El historiador arevalense Alfonso Gómez Díez realizó en la mañana de hoy, lunes 30 de abril, una charla de historia en el stand de Radio Adaja. Bajo el título ‘Acusadas de brujería: el caso de Elena Zurdo y Catalina Gil en Arévalo en el siglo XVI’, Alfonso Gómez Díez comenzó en primera instancia con una introducción al fenómeno de la brujería en el siglo XVI.
“Siempre ha sido un tema muy atractivo para la investigación, aunque se ha estudiado alrededor de la Inquisición y existen pocos estudios en la península ibérica”, subrayó. En este sentido, Alfonso Gómez nos explicaba que las acusaciones, en la Edad Moderna, se podían juzgar desde diferentes tribunales: justicia del rey o civil, eclesiástica y tribunal de la Inquisición.
El caso de Elena Zurdo y Catalina Gil, dos mujeres de Muriel de Zapardiel, fue juzgado desde la justicia real ordinaria. Respecto a los rasgos principales de la brujería, Alfonso Gómez explicó que las encausadas solían ser mujeres mayores por varias razones. “Aunque también había brujos, las brujas quedaron como garantes de la tradición que se transmitía de generación en generación”, afirmó.
Respecto a los poderes, la sociedad creía que podían volar, transformarse en animales, plantas y remolinos de polvo, e incluso echar un mal de ojo. También se les vinculaba con aquelarre y hechizos. Finalmente, el historiador arevalense resumió el proceso de la acusación de Elena Zurdo y Catalina Gil en 1588. Tras acusarlas de brujería, el corregidor de Arévalo les somete a tortura para conseguir una confesión y posteriormente a vergüenza pública.
Las mujeres, que habían sido condenadas a morir en la horca, reclamaron a un tribunal superior que en este caso era la Real Chancillería de Valladolid. Finalmente, se mantuvo la condena de vergüenza pública y les obligaron a pagar el coste del juicio, además de ser desterradas de Arévalo y Valladolid.