Con motivo del estado de alarma actual, millones de familias se han tenido que habituar a una nueva realidad que genera miedo e incertidumbre, pasando las 24 horas en casas que se han convertido en oficinas para los padres y aulas para los pequeños. Esto ha supuesto un vuelco en el día a día de familias como la de Penélope y su marido, que tienen un hijo de 14 años con TEA y gemelos de 13 años. Según cuenta Penélope, por la mañana cada uno realiza sus labores, y por la tarde hacen sus deberes, y algo de ejercicio, además de aplaudir a las ocho.
Así pasan los días también en el hogar de Emiliano Pardo y Eva Antas, que tienen tres hijos, de 8 años, 6 años y 2 años y 8 meses. “Hemos organizado unos espacios para que cada uno elija lo que quiere hacer en cada momento: arte, música, gimnasia, lectura, ciencia, deberes, juegos de mesa y juegos teatrales, y ellos se marcan por qué espacios han pasado. Algunos son obligatorios, como el de gimnasia, que lo hacemos juntos toda la familia”, explicaba Emilio, que contaba que pasa todo el tiempo en casa porque es actor y le han cancelado todas las actuaciones para marzo y abril.
Carles cuenta que son seis en casa, que afortunadamente es bastante grande y tiene jardín. “Aquí podemos salir a jugar, a comer y pasar algunos ratos al sol”, y añadí además que se organizan de manera sencilla, haciendo cada uno sus tareas por la mañana y dedicando la tarde al tiempo libre.
También hablamos con Silvia, que vive con su pareja Ricard. Ella tiene una hija de 14 años y él un hijo de 11, y tienen una niña de un año en común. “Mi hija siempre está con nosotros, pero el hijo de Ricard a medio tiempo con su madre, así que cada tarde cuando llega mi marido de trabajar, hacemos una videollamada con él para que vea al bebé”, contaba Silvia.
Por su parte, Pilar vive con su pareja y sus dos hijos, uno de ellos con una discapacidad mayor de un 33%. “Los niños con discapacidad tienen un permiso para salir a la calle porque se les puede hacer complicado estar encerrados en casa, aunque tenemos un piso bastante grande con terraza”, explicaba Pilar, que contaba que su rutina no es demasiado rígida, trabajando por la mañana y compartiendo momentos familiares por la tarde.
Cada familia es diferente, y en este sentido, conocíamos el caso de Nuria, madre soltera de tres hijos, el mayor de once años y dos mellizos. “Cuando voy a comprar dejo a los niños en el coche, y mi padre está en otro coche vigilándolos sin acercarse a ellos, algo que le cuesta mucho”, contaba Nuria, que explicaba que tuvo que coger la baja porque sus hijos se pusieron enfermos y podía ser un contagio de coronavirus, pero las pruebas dieron negativas. Cuando cogió el alta, a Nuria le hicieron un ERTE en su empresa. “Paso mucho tiempo con mis hijos, hacemos los deberes, bailes, juegos y salimos a aplaudir. Por la noche tengo más espacio para mí, aunque nunca imaginé que pudiera pasar tanto tiempo con mis hijos”, afirmaba.
Por otro lado, una vecina de Lleida nos cuenta que vive con su pareja y sus tres hijas, de trece años la mayor y las pequeñas de once. “Nuestro piso es amplio, lo que nos permite repartir los espacios según las necesidades y horas del día. Las primeras horas del día trabajamos y las niñas hacen sus deberes, y sobre las cinco hacemos actividades en común, como actividades deportivas, videollamadas, y por la noche juegos de mesa o ver alguna película”, comentaba.
Por último conocíamos el caso de una familia de cuatro niños con once, nueve, siete y cinco años. “Estamos confinados desde el primer día en un piso grande pero sin salidas como un balcón o una terraza, y a veces lo echamos de menos. Nos organizamos como podemos y sin querer estresarnos, porque esto repercutiría en la preocupación de nuestros hijos, y queremos transmitirles calma y precaución”, explicaba el padre.