Estas semanas se está llevando a cabo un trabajo intenso en los viveros de fresas de la comarca de la Moraña. En total se producen 130 millones de plantas en esta zona, de ellas más de la mitad, 70 millones, son producidas por el vivero de Santa María de la Rábida en Nava de Arévalo, cuya actividad se suma a otros cuatro viveros más que se asientan en la zona.
Se elige esta parte de la provincia porque su altitud, más de 700 metros, y la calidad de la tierra hacen que se produzca una planta de mayor calidad y en mayor cantidad. Además le otorga más precocidad, según explica Alfredo Arcos que es director técnico de Fresón de Palos.
En Ávila, no es la Moraña la única zona en la que se plantan fresones, que luego maduran en Huelva, ya que también hay plantaciones en la zona del Valle Amblés, en Niharra. En la provincia de Segovia también existen varios viveros.
La planta de Nava de Arévalo da trabajo a 720 personas en este momento, y en el resto de la campaña, de febrero a octubre, a un grupo de entre 25 y 35 personas. Durante esos meses anteriores, hasta que llega octubre, estos trabajadores preparan el terreno y lo escardan, además de realizar otras tareas que conlleva el cultivo.
Con la recogida de las plantas a lo largo del mes de octubre acaba todo el proceso abulense. Una vez cosechada la planta, se enfría a cuatro grados, y se trasporta en camiones hasta la provincia de Huelva y allí se planta en los terrenos de los cooperativistas. Toda esta tarea tiene que realizarse en un máximo de tres días para que la planta dé los frutos esperados.
Fresón de Palos seguirá apostando por Nava de Arévalo durante años, según las intenciones que expresaba esta mañana el responsable. Alfredo Arcos recordaba que hace cinco años se construía la planta de Nava de Arévalo, en la salida de Nava a Ávila. “Son naves para mantener actividad durante muchos años ya que en ella incluso tenemos viviendas para acoger a los trabajadores que se tienen que desplazar aquí a trabajar”, según aseguraba Arcos en Radio Adaja.