Con motivo del Día Mundial del Linfoma, que se conmemora hoy 15 de septiembre, la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia (AEAL) ha resaltado la importancia de no detener los diagnósticos, tratamientos e inversión en nuevas terapias a pesar de la pandemia.
A través de la campaña puesta en marcha a nivel nacional bajo el lema ‘La otra cara del linfoma, recuerdan que no se puede restar importancia a aquellos síntomas inespecíficos que ocultan en su otra cara un linfoma, ni dejar en un segundo plano las necesidades y preocupaciones de los pacientes con este tipo de cáncer en la sangre.
Del mismo modo, remarcan la preocupación de los pacientes por los plazos que existen actualmente desde que se aprueba un tratamiento a nivel europeo hasta que se implementa en los hospitales españoles.
La asociación también busca poner de manifiesto la imperante necesidad de agilizar los trámites burocráticos en la aprobación y aplicación de las terapias avanzadas CAR-T, ya que este tipo de tratamientos requieren de un proceso largo desde su aprobación hasta su administración, lo que conlleva que en ocasiones se demore en el tiempo dadas las trabas burocráticas que se deben salvar y su repercusión puede ser letal para el paciente, ya que este llega en un estadio avanzado de la enfermedad y, en algunos casos, puede acabar falleciendo sin haber recibido la infusión de las células CAR-T.
Begoña Barragán, presidenta de la Asociación Española de Afectados por Linfoma, Mieloma y Leucemia, ha puesto de relieve la importancia de conocer cómo se manifiesta el linfoma en sus fases primarias, ya que cuánto antes se identifiquen sus síntomas y se diagnostique, mejor pronóstico tendrá.
Los linfomas son un tipo de cáncer que se origina en el tejido linfático. Este tipo de cáncer afecta a las células inmunes llamadas linfocitos, un tipo de glóbulo blanco. Durante el desarrollo de esta enfermedad se produce una merma en el funcionamiento del sistema inmune. Los síntomas del linfoma pueden variar dependiendo del tipo de linfoma, de la zona del cuerpo que esté siendo más afectada y de la velocidad de crecimiento que tenga. Los más comunes son los sudores nocturnos abundantes; fiebre y escalofríos intermitentes; picazón; Inflamación de los ganglios linfáticos; Pérdida de peso continuada y no voluntaria, fatigia o anemia, entre otros.