Un año más, UPA Ávila ha realizado en Cisla un nuevo campo de ensayo para trabajar contra el cambio climático con 15 variedades de trigos y cebadas, gracias al cual se han obtenido conclusiones muy relevantes sobre el papel trascendental que desempeña el uso de semilla de calidad.
Pedro Martín, vicesecretario general de UPA Ávila, ha recordado que este campo de investigación se desarrolla dentro de la iniciativa de agricultores contra el cambio climático, con semillas R1, R2 y R3. La fecha de siembra tuvo lugar el 17 de noviembre de 2020 y la recolección fue el 3 de julio de 2021 con resultados muy esclarecedores en cuanto a rendimientos, resistencia a enfermedades, dosis de siembra y nivel de germinación en las distintas parcelas, y por lo tanto de productividad.
Los servicios técnicos de esta organización con los datos directos de las parcelas de ensayo han conseguido concluir que las semillas de trigo certificadas R1 y R2 han ofrecido entre un 10 y un 15% más de rendimiento productivo que las semillas R3. En las cebadas ese porcentaje ha alcanzado un incremento de entre un 12 y un 18%.
Según los datos de los que dispone UPA en las parcelas de investigación para responder al cambio climático, en el caso de la cebadas los rendimientos medios de R1 y R2 han sido 4.000 kilos/hectárea frente a los 3.407 kilos obtenidos con la R3. Es decir una diferencia de aproximadamente 600 kilos de diferencia por hectárea a favor de las semillas R1 y R2.
En el caso de los trigos los resultados del ensayo son aún más concluyentes. Los rendimientos medios de semillas de calidad R1 y R2 han dado 4.222 kilos/hectárea frente a los 3.704 kilos de R3. Una diferencia a favor de las primeras de 518 kilos.
Las semillas certificadas han demostrado que, en un contexto como el actual en el que los agricultores sufren sobremanera los efectos del cambio climático, con las variedades R1 y R2 se emplea menos dosis de siembra, resisten mejor las diferencias extremas de temperaturas y enfermedades como los hongos, y además tienen mayor capacidad de germinación, que se reduce en un porcentaje importante tras la segunda siembra como se ha demostrado con los datos a pie de campo.
“Para el sector profesional es muy interesante que podamos visualizar el desarrollo genético de las nuevas variedades y la importancia de la mejora genética realizada por las empresas de semillas, todo con el objetivo de buscar las opciones que mejor se adaptan a nuestros terrenos”, apunta Pedro Martín.