En las últimas semanas, y desde que se decretase el Estado de Alarma en nuestro país, la cifra de personas que realizan teletrabajo se ha multiplicado de forma exponencial. Si bien el año pasado la población que realizaba teletrabajo era de un 7,9%, la situación actual ha obligado a mucha gente a trabajar desde casa, por lo que son millones de personas las que realizan sus labores desde sus hogares.
En este contexto, en Radio Adaja hemos querido conocer el testimonio de personas que se han visto obligadas a trabajar desde casa como es el caso de Vanesa Nozal, que está realizando un Doctorado en química orgánica. “Mi trabajo se basa en estar en el laboratorio y hacer experimentos, pero ahora me centro en leer artículos científicos para saber el estado actual de mi campo científico. Para mí, lo más difícil es la productividad porque en casa me entretengo más”, explicaba.
También hablamos con Bea, fotógrafa del equipo de fútbol de Fuenlabrada. “Mi día a día se basa en reuniones a través de WhatsApp y por la tarde hago contenidos para redes sociales. No hemos encontrado demasiados problemas gracias a que los jugadores nos mandan muchos vídeos para generar contenidos, aunque lo más complicado está siendo reunirnos con tranquilidad, sobre todo para los compañeros que tienen niños pequeños en casa”, contaba Bea.
También en el ámbito de la comunicación, los medios nos hemos tenido que adaptar. Noelia trabaja como periodista en Palencia y asegura que lo más complicado es encontrar gente que quiera colaborar porque también tienen miedo a contestar por teléfono. Y Raquel trabaja en el departamento de comunicación de un Ayuntamiento. “No es fácil teletrabajar porque hay que comunicar bien y de forma clara, dando los máximos consejos a todo el mundo que nos sigue y que no sabe interpretar algunos documentos, como un Real Decreto, para hacerlos más visuales”, comentaba Raquel, que aconsejaba quedarnos en casa siguiendo los consejos de los órganos oficiales y evitando los bulos.
El sector educativo también se ha visto afectado. Lorena es profesora de instituto en la Comunidad de Madrid y cuenta que al principio fue duro, pero poco a poco los alumnos también se han acostumbrado. “Ellos están siendo responsables con las clases online y las tareas de entrega, pero el principal problema es la desigualdad social, ya que tenemos alumnos con familias desestructuradas o con problemas económicos, que no tienen acceso a Internet en su casa o una mesa en la que trabajar”, explicaba Lorena. También conocíamos el caso de Sara, profesora de actividades extraescolares que ha sufrido un ERTE por la suspensión de estas clases. “Doy también clases particulares por Skype, aunque la conexión a veces es complicada porque damos las clases por videollamada”.
En el extranjero, Nando trabaja en el sector de ventas en Belfast, Irlanda del Norte. “No he notado una gran diferencia con respecto a acudir a la oficina, aunque quizá el gran inconveniente es la falta de comunicación entre departamentos, ya que antes era cara a cara y ahora es todo por correo electrónico”, afirmaba Nando. Por su parte, Miriam García lleva tres años trabajando desde casa y ha destacado la importancia de fijarnos unos horarios. “Tampoco debemos descuidarnos: darnos una ducha, despejarnos, vestirnos y, después, trabajar”, contaba Miriam, que aseguraba que echa de menos el contacto humano con compañeros en la oficina, pero destacaba la flexibilidad de organización por nuestra cuenta.